La Depresión en Cristo tiene solución
Heb 12:12–17 12Por lo cual, levantad las manos caídas y las
rodillas paralizadas; 13y haced sendas derechas para vuestros pies,
para que lo cojo no se salga del camino, sino que sea sanado. 14Seguid
la paz con todos, y la santidad, sin la cual nadie verá al Señor. 15Mirad
bien, no sea que alguno deje de alcanzar la gracia de Dios; que brotando alguna
raíz de amargura, os estorbe, y por ella muchos sean contaminados; 16no
sea que haya algún fornicario, o profano, como Esaú, que por una sola comida
vendió su primogenitura. 17Porque ya sabéis que aun después,
deseando heredar la bendición, fue desechado, y no hubo oportunidad para el
arrepentimiento, aunque la procuró con lágrimas.
INTRODUCCIÓN:
Cifras conservadoras muestran que más del 30% de las personas padecen cuadros
depresivos u otra enfermedad mental. Eso quiere decir que 90 millones de
personas en Estados Unidos presentan desordenes emocionales que, mirando al
futuro, nos obliga a percibir un panorama muy peligroso para una nación que por
su potencial bélico necesita líderes equilibrados para tomar decisiones
correctas porque está en juego la tranquilidad mundial.
Los números,
en términos económicos, muestran que las naciones desarrolladas gastan millones
de dólares y euros en atender a una población emocionalmente inestable que se
multiplica y reclama atención médica o ayuda profesional.
En Estados
Unidos, la depresión se ha convertido en una de las enfermedades más comunes,
que llega a afectar cada año a una décima parte de los adultos en edad de
trabajar.
La depresión
es un trastorno emocional que se caracteriza por alteraciones del humor,
tristeza, baja autoestima, cansancio, insomnio, pensamientos negativos y que le
impide desarrollar con normalidad las actividades de la vida diaria.
Estas cifras
nos permiten decir abiertamente que, en una Iglesia, con una membresía de 100
miembros, más de 30 padecen este mal que puede resultar incomprensible en
personas que tienen la responsabilidad de compartir la paz de Cristo, cuando
ellos mismos no la tienen ni confían en el poder del Señor que ellos anuncian.
Hay dos
maneras de atender el problema. La primera es ignorarlo, que no permite ni el
tratamiento ni la sanidad. En segundo lugar, afrontarlo, buscando la ayuda
necesaria, tanto espiritual como profesional.
¿Tiene la
Biblia el consejo de Dios para vencer la depresión? Permitamos que el Señor nos
brinde la ayuda para encontrar respuesta a uno de los problemas más cruciales
de la vida moderna, usando este texto de la Carta a los Hebreos para escuchar
lo que Dios nos dice, porque “Dios es nuestro sanador”.
1. DEBEMOS
RECONOCER QUE TENEMOS PROBLEMAS. Hebreos 12:12-13
12 Por lo
tanto, restauren las manos debilitadas y las rodillas paralizadas;
No hay duda
que antes de buscar ayuda tenemos que confesar que existe un problema emocional
que nos está afectando, incluidos pastores y líderes espirituales. Una carga
emocional lleva al creyente, no importa su jerarquía eclesiástica, a que sus
manos se debiliten y que sus rodillas se paralicen, esto no tiene otra
manifestación que la desesperación y el desaliento.
La depresión
no reconocida, no confesada, lleva al desastre, porque se convierte en una
adicción, a acostumbrarse a vivir con ella, al punto que no busquemos ni
deseemos salir de ese estado.
Hace poco
asistí a una conferencia pastoral en la que se trató el tema de la salud
emocional entre pastores, las cifras son honestamente impublicables. La
explicación es que los pastores vivimos en el mismo mundo que los fieles, en
una época que ha sido denominada como la “Era de la ansiedad”.
El consejo
de Dios es claro: Restauración. Usemos el texto del griego del Nuevo Testamento
para tener una mejor explicación de lo que Dios está diciendo en Su Palabra. ἀνορθώσατε, (anorthósate) cuya raíz es ἀνορθόω (anorthoō): reconstruir, restaurar,
reedificar, enderezar, erguir de una posición torcida, recibir ánimo,
literalmente fortalecer.
Dios promete
efectuar la restauración. Jeremías 15; 19-20: "Por tanto, así ha dicho el
Señor: —Si tú vuelves, yo te restauraré, y estarás de pie delante de mí. Te
pondré ante este pueblo como un muro fortificado de bronce. Lucharán contra ti,
pero no te vencerán; porque yo estaré contigo para salvarte y librarte, dice el
Señor."
Volverse a
Dios es dejarse guiar por la Palabra, medio por la cual el Espíritu Santo nos
lleva a reconocer nuestro estado, a confiar en el Señor y Él, por su gracia nos
restaura, nos declara vencedores y nos promete que estará con nosotros para
salvarnos y librarnos.
¿Cómo Dios
nos da la sanidad? 13 y enderecen para sus pies los caminos torcidos, para que
el cojo no sea desviado, sino más bien sanado. La acción del Espíritu Santo trae
como resultado que nuestros pies, nuestra vida es enderezada por el Señor, no
hay posibilidad de desvío bajo su dirección, no hay cojera depresiva que nos
mate la vida espiritual, que nos robe la alegría, porque la sanidad del Señor
fluirá, estará a la vista.
2. PROCURAR
LA PAZ Y LA SANTIDAD. Hebreos 12:14-17
14 Procuren
la paz con todos, y la santidad sin la cual nadie verá al Señor.
¿Es posible
tener Paz y Santidad? La respuesta es no, porque el pecado ha contaminado la totalidad
del ser humano y eso afecta la relación entre los hombres y Dios y entre las
personas entre sí.
La Palabra
de Dios explica cuáles son los obstáculos para estar en paz y santidad, nos
muestran las manifestaciones de la condición de pecadores que nos impide
alcanzar, por nuestros propios medios, la gracia de Dios o, en el caso de los
creyentes, caer de ella,
(1)15 Miren
bien que ninguno deje de alcanzar la gracia de Dios; que ninguna raíz de
amargura brote y cause estorbo, y que por ella muchos sean contaminados.
La primera
barrera encontrada en el texto, que bloquea la paz y santidad es: La amargura
que se da en la esfera de las emociones y causa trastornos severos de conducta.
La amargura es definida como un estado de aflicción y disgusto permanente.
La raíz de
la amargura es la ofensa, somos ofendidos y no perdonamos, guardamos el
resentimiento. Como no perdonamos la ofensa, empezamos a odiar al que nos
ofendió. La combinación de odio y resentimiento nos convierte en amargados. La
amargura es un veneno que nos daña más a nosotros que al ofensor, porque nos
lleva a la soledad y la soledad a la depresión. La negativa de dar perdón priva
a la persona de recibir el perdón de Dios. La Biblia es clara, “si no
perdonamos a los hombres sus ofensas, tampoco Dios nos perdonará a nosotros las
nuestras”. Lo decimos en el Padre Nuestro, “Perdona nuestras ofendas, porque ya
yo he perdonado a los que me han ofendido”.
El consejo
de Dios es claro: “Ve y reconcíliate, primero con tu hermano”. Con la
reconciliación viene la paz con Dios y con nuestros semejantes, pues se basa en
el perdón. Perdonar es la clave para ser liberados de la amargura, del
resentimiento, odio, soledad y depresión.
(2) 16 que
ninguno sea inmoral. La Palabra de Dios cuando se refiere a la inmoralidad la
enfoca en pecados sexuales, las define como pasiones vergonzosas: Fornicación,
adulterio, lascivia. El disfrute pleno del placer sexual fue ordenado por Dios
para el matrimonio, pero la sociedad liberal lo enfoca exclusivamente al placer
hedonista, placer y satisfacción natural, lo que excluye el Plan de Dios sobre
la sexualidad. (nada de amor)
Dios
estableció dos géneros: “Varón y hembra los creó”. La sociedad liberal agregó
tres nuevos géneros: Homosexual, transexual y bisexual.
El concepto
liberal rechaza lo que Dios dice, eso es pecado, el pecado nos hace enemigos de
Dios y sin Dios no hay paz ni santidad.
Por otra
parte, la inmoralidad sexual causa efectos negativos en la salud física y
mental. Los estados depresivos son frecuentes entre quienes llevan vidas
sexuales desordenadas, son numerosos los casos de suicidios, asesinatos,
violaciones y abusos. Violar los preceptos de Dios jamás trae paz ni santidad.
El consejo
de Dios: “Huyan de la inmoralidad sexual”
(3) 16 que
ninguno sea profano como Esaú que por una sola comida vendió su propia
primogenitura. 17 Porque ya saben que fue reprobado, a pesar de que después
quería heredar la bendición, porque no halló más ocasión de arrepentimiento,
aunque lo buscó con lágrimas.
Esaú, el
primer hijo de Isaac, a quien le correspondía ser bendecido por su Padre, actuó
como profano, porque cambió la bendición por el placer de una comida. Rechazó
la bendición para hacerse esclavo del placer. Las consecuencias de su conducta
fueron las lágrimas, es decir, tristeza, dolor, angustia, desesperación:
Depresión, en lugar de paz y santidad.
El consejo
de Dios: Recibamos con alegría su bendición. "El Dios de paz, que por la
sangre del pacto eterno levantó de entre los muertos a nuestro Señor Jesús, les
haga aptos en todo lo bueno para hacer su voluntad, haciendo él en nosotros lo
que es agradable delante de él por medio de Jesucristo. Amén." (Hebreos
13: 20-21)
CONCLUSIÓN
La depresión
tiene su origen, como el de todos los males, en el pecado y el pecado se
manifiesta al vivir conforme a nuestros deseos, desobedeciendo lo que Dios
dice. No reconocer que somos pecadores y necesitamos el perdón, es rechazar la
gracia y bendición de Dios Padre y la obra de su Hijo Cristo. Estar deprimidos
y no reconocerlo es bloquear cualquier posibilidad de ser sanados, ni por Dios
ni por los consejeros.
Dios promete
restaurar, mediante el perdón en Cristo al pecador que arrepentido confiesa su
pecado. El perdón de Dios nos capacita y anima a perdonar a quienes nos han
ofendido y sacar de nuestra vida cualquier estorbo que atente contra la paz.
Dios nos da su fortaleza, mediante la fe, para hacer frente a todas las
adversidades que se presenten en nuestras vidas. Su Divina ayuda está
disponible para darnos la victoria, por causa de Cristo, sobre la inmoralidad y
todas las tentaciones. La paz y la santidad es la exclusiva obra de Dios, quien
actúa por Su Palabra y los Sacramentos. Por el evangelio Dios proclama la paz y
la santidad para todos por medio de Jesucristo. Cristo es nuestra paz y nos
justifica por fe, por tanto no hay condenación para quienes están en Él. El
precio de nuestra paz fue sobre Él, quien la alcanzó por la sangre derramada en
la Cruz. Permitamos que Dios nos de la libertad de la depresión, recibiendo con
gozo la salvación y con alegría su perdón. Amén.
No hay comentarios:
Publicar un comentario