sábado, 21 de abril de 2012

CÓMO HACER PARA QUE LOS NIÑOS PEQUEÑOS SE VAYAN A LA CAMA

CÓMO HACER PARA QUE LOS NIÑOS PEQUEÑOS SE VAYAN A LA CAMA
El hábito de dormir
Los niños necesitan adquirir hábitos. Les sirve para su desarrollo, su salud física y mental. Uno de esos hábitos es el sueño. La mayoría de los padres ayuda a sus hijos a que esto ocurra en forma normal, pero hay distorsiones bastante frecuentes. La principal es el horario. Los adultos no deben acomodar el horario de los hijos al de ellos, sino que deben respetar el ritmo de los niños.

¿Qué hacer cuando su hijo no quiere ir a dormir?
Muchos niños son felices durante todo el día, ríen, cantan, juegan, etc., pero cuando llega la hora de dormir, se trastoca el ambiente familiar.
Entonces, estos mismos niños lloran, gritan y patean, todo con el fin de no dormir a la hora designada por sus padres sino a la hora que quieren.
Ante esta situación, los padres, usualmente, se sienten frustrados al no saber qué hacer para que sus hijos se vayan a dormir temprano.
Es importante que el niño, de acuerdo con su edad, duerma las horas suficientes, ya que, en caso contrario, son más irritables, inquietos y tienen menor capacidad de aprender y memorizar. En pocas palabras pueden volverse hiperactivos. Entonces, ¿Qué se puede hacer al respecto?
Un  problema  al  que  muchos  padres  se enfrentan es la dificultad en hacer que sus niños se vayan a la cama. Ciertos niños se resisten a acostarse, mientras que otros se van a la cama pero duran mucho en dormirse. Si estos problemas se convierten crónicos, puede ser muy frustrante para los padres. Se ha comprobado que el  programa que se ofrece a continuación ha sido efectivo para familias con estos problemas. 
1. Seleccione una hora temporal para acostarse basada en la hora a la cual su niño se duerme normalmente.  Por ejemplo, si Ud. acuesta a su niño a la 8:00 p.m.  pero  el  no  se  duerme  hasta  las  9:30 p.m., cambie la hora temporalmente a las 9:30 p.m.
2. Establezca una rutina para acostarse que tome aproximadamente 20 minutos para completarse.  Esta rutina debe incluir de cuatro a siete actividades que no son físicamente estimulantes (ej.: no juegos pesados). Estas actividades pueden incluir cosas como un bocadillo ligero, un baño, un cuento, un abrazo de buenas noches, etc. El intercambio con su niño durante estas actividades debe ser muy positivo. 
3. Empiece la rutina aproximadamente 20 minutos antes de la hora temporal de acostarse. Siga la rutina cada noche con las actividades exactamente en el mismo orden. La constancia es importante. 
4. Cuando la rutina se ha completado, acueste a su niño y deje el cuarto. Es muy importante que su niño esté despierto cuando lo acuesta. Su niño debe aprender a dormirse por si mismo.
5. Ignore el llanto o las protestas de su niño cuando Ud. lo acuesta.  Usted puede ir brevemente a su cuarto después de cinco minutos (por un minuto) a chequear a su niño. Debe alargar gradualmente el tiempo que espera antes de  ir  a  chequear  a  su  niño  cada  noche.  Por ejemplo, espere cinco minutos la primera noche, diez la segunda, y quince la tercera. El propósito de ir al cuarto del niño no es para  consolarlo  hasta  que  el  deja  de protestar o llorar. El propósito es para estar segura(o) de que el niño está bien (molesto, si, pero bien) y hacerle saber que usted no se ha olvidado de el. 
6. Si su niño o niña se sale de su cuarto, usted debe regresarlo(a) a la cama con poco contacto físico y decirle que debe permanecer en cama. Si su niño se sale repetidamente de su cuarto, considere cerrar la puerta con llave. El objetivo es ayudarlo a que aprenda a dormirse por si mismo. Cerrar la puerta es una forma de hacer cumplir esta regla y no es para castigarlo ni asustarlo. Si usted creé de verdad que su hijo está atemorizado, puede ofrecerle apoyo platicando con el a través  de  la  puerta  cerrada.  No  lo amenace ni le grite.
7. Observe el comportamiento.  Usted debe comenzar a observar un gran mejoramiento en el primer par de semanas de haber implementado el programa. 
8. Cambie la hora de acostarse. Después de observar progreso constante a la hora temporal de acostarse, lo que sigue es comenzar a cambiarla a la hora original. Empiece la hora de acostarse diez a quince minutos mas temprano hasta que llegue a la hora original. Si Ud. cambia la hora muy rápido, es probable que tenga  problemas. 
9. Es importante definir el progreso durante las primeras semanas del programa. En la mañana, elogie y premie a su niño (ej.: deje que el niño escoja entre sus dos comidas favoritas para desayunar) si  el  niño  permaneció  en  la  cama.  No sermoneé a su niño si la hora de acostarse no resultó muy buena. Concéntrese en las mejoras.
¿Cuál es la mejor hora para que se vayan a la cama?
El sueño es fundamental para el buen desarrollo de los niños. Un mal descaso repercute en su estado de ánimo volviéndoles más irritables y también en su salud, pues muchos estudios relacionan el déficit de sueño con una mayor predisposición a enfermedades y sufrir trastornos como por ejemplo la hiperactividad. La pregunta que nos hacemos todos los padres es a qué hora deben irse los niños a la cama para estar descansados al día siguiente.
Al igual que los adultos, no todos los niños necesitan dormir la misma cantidad de horas. Además de la diferenciación por edades, porque no duerme el mismo tiempo un bebé recién nacido que un niño de 5 años, cada pequeño tiene sus propias necesidades fisiológicas de sueño. Algunos se despiertan como una rosa después de dormir 8 horas mientras que otros necesitan 10 horas de sueño como mínimo.
De acuerdo a las diferentes edades de los niños se ha elaborado una guía estimativa de horas de sueño recomendadas. Así como se aconseja que los adultos duerman 8 horas diarias, cada rango de edad tiene su propia guía de horas.
De 0 a 6 meses: entre 16 y 20 horas a lo largo del día.
De 6 a 12 meses: 3 horas durante el día y 12 horas durante la noche.
De 1 a 3 años: entre 11 y 13 horas en la noche, la siesta es opcional.
De 3 a 5 años: entre 10 y 12 horas
De 6 a 9 años: alrededor de 10 horas
Como conclusión, vemos que no se recomienda que ningún niño menor de 9 años duerma menos de 10 horas. A partir de allí podemos calcular la mejor hora para que se vayan a la cama en función de a qué hora debe levantarse el niño al día siguiente.
Pauta Musical y Comerciales.
La mayoría de los niños se tienen que despertar entre las 7 y las 8 de la mañana según la cercanía a la escuela y el tiempo que tardan en preparase. En función de ello podemos restar las horas de vestirse, desayunar y trasladarse y calcular a qué hora debemos acostarlo.
Suponiendo, por ejemplo, el caso de los niños de entre 1 y 5 años que entran a la guardería o al colegio a las 9 de la mañana, si calculamos una hora de preparación y traslado, es decir que se despiertan a las 8 y debe dormir un promedio de 12 horas (los más pequeños reforzarán con una siesta), lo aconsejable es que se vayan a la cama entre las 08:00  hs y las 08:30 hs.
Hay niños que regulan ellos mismos sus tiempos de sueño. Es decir, duermen lo que necesitan y se duermen a la hora que “se caen de sueño” sin obligación de por medio. Pero no es lo mismo un niño que al día siguiente se queda en casa y si se ha dormido tarde no pasa nada, a lo sumo duerme una siesta más larga para recuperar, que uno que tiene que levantarse para ir a la guardería y tendrá un mal día si ha dormido poco.
Algunos no se levantan descansados si no les hemos acostado la noche anterior a determinada hora. Como dije al comienzo, cada niño es un mundo y es posible que con el tiempo si les acostamos todos los días a la misma hora, vayan acostumbrándose a regular sus horas de sueño de acuerdo a sus propias necesidades.
Lo más sensato es observar al niño para estimar las horas de sueño que necesita dormir cada noche. Si vemos que le cuesta levantarse por las mañanas deberemos adelantar la hora de irse a la cama, en cambio si vemos que se despierta antes de tiempo descansado, no habrá problema en que de alguna vueltita más por la noche.
Otro punto a matizar es que no es lo mismo acostarse que dormirse. Hay niños que se duermen enseguida mientras que otros dan vueltas un buen rato hasta cerrar los ojos. Tampoco es la misma situación todos los días, habrá días que estén más cansados, más estimulados o más excitados.
Por cierto, que la televisión antes de irse a la cama no ayuda en nada a facilitar que el niño se relaje para irse a dormir. Lo más aconsejable es evitar que vean la televisión en las últimas horas del día y sustituirla por un cuento en la cama.
Pauta que se debe seguir a la hora que el niño debe dormir:

Es importante que los padres hagan un ritual para ir a la cama, ya que seguir una rutina encaminada al descanso le ayudará al niño a sentirse mejor a la hora de dormir. A continuación,
te presenta un modelo de pauta que los padres pueden seguir para que el niño vaya a dormir:
  • Dar al niño una cena ligera y, por lo menos, dos horas antes de dormir
  • Darle al niño un baño tibio
  • Elegir la pijama de su preferencia
  • Leer el cuento favorito del niño
  • Ambientar el cuarto de la niña o niño de manera agradable
  • Arropar bien al niño
  • Colocar en la cama el amigo de cama favorito del niño (peluche, almohadita o sabanita)
  • Dar un beso al niño, despedirse y salir de la habitación
A continuación varias recomendaciones para que los hijos puedan ir a dormir a la hora designada por sus padres sin problemas:
Recomendaciones

1. No tener aparatos de diversión (televisión, juegos de video, computadoras, etc.) en las habitaciones de los niños.
2. Evitar que existan ruidos alrededor de las habitaciones de los niños.
3. Aumentar actividades en el día (juegos físicos o actividades extraescolares) para que el niño o niña tenga sueño a la hora de dormir.
4. Mantenerse firme en cuanto a la hora designada para dormir.
5. No castigar a un niño enviándolo a la cama. Si un niño empieza a asociar irse a la cama con pleitos o gritos, eso interferirá con el sueño. (Explicar mas)
 Una metodología para lograr el sueño

Según la especialista, la metodología propuesta por El Libro "Duérmete, niño", que incluye una serie de instrucciones precisas, se puede adaptar siempre que se cumpla un importante principio: el niño debe dormir en su propia cama, en su habitación, desde los tres meses. Los papás deben mostrarse muy seguros en enseñarle a quedarse tranquilo esperando que le llegue el sueño y no deben angustiarse. También los niños pueden tener elementos externos en los cuales apoyarse, como un osito de peluche o el chupete.


LAS PESADILLAS DE LOS NIÑOS



LAS PESADILLAS DE LOS NIÑOS
Los Niños vienen de la Luz de Dios, por eso le temen a la oscuridad
Miedos Nocturnos.
Para muchos chicos la noche se tiñe (Pinta) de miedos. Como habitualmente se encuentran solos y están a oscuras, dormir les resulta amenazante. Así, más que un momento de descanso y lindos sueños, las horas nocturnas transcurren de susto en susto. ¿Cómo vayudarlos? Con afecto, comprensión y apoyo.
El miedo en los niños es un sentimiento normal y que se manifiesta con frecuencia desde temprana edad. Primero a través del lenguaje gestual y no verbal, luego a través de la palabra y mediante determinadas conductas, los chicos expresan su temor ante distintas situaciones que varían de acuerdo a la edad.
LOS MIEDOS SEGÚN LOS AÑOS
  • Al primer año de vida el miedo suele aparecer ante ruidos o personas extrañas.
  • Los chicos de 2 a 6 años en general se asustan con las tormentas, la oscuridad, los animales, las imágenes de seres fantásticos o al estar separados de los padres.
  • Entre los 6 y 10 años, le suelen temer al daño físico, al ridículo, a las enfermedades o los accidentes, al fracaso escolar o a los problemas de pareja de los padres.
¿Por qué se asustan?
  • El miedo por la noche es recurrente en distintas edades. Generalmente, se produce porque el recuerdo (consciente o inconsciente) de alguna situación conflictiva que a su vez se combina con el hecho de encontrarse solos y a oscuras.
  • El riesgo de tener pesadillas es también un motivo de miedo, especialmente en los niños pequeños que aún no pueden diferenciar lo real de lo imaginario.
  • En los más grandes, el miedo a ser atacados mientras duermen y la imposibilidad de defenderse de los peligros representa una amenaza que hace de la noche un enemigo potencial.
  • Además, las vivencias personales, el tipo de contención que reciben de su entorno, la forma en que se relacionan con el mundo, un mal recuerdo, algún objeto, la cara de un muñeco ubicado frente a la cama o simplemente una mancha en la pared pueden disparar el miedo.
Durante la niñez, casi todos los niños tienen pesadillas ocasionalmente. Por lo general empiezan a los dos años pero son mas comunes en niños de tres a seis años de edad. No se sabe porqué los niños tienen pesadillas, pero se creé que están relacionadas con el estrés y la ansiedad que son parte del crecimiento en la vida de los niños.
Las pesadillas ocurren durante el sueño ligero. Muchos niños despiertan cuando tienen un mal sueño. A veces también se despiertan solos con sus movimientos o cuando platican, gritan, o lloran, lo que empeora el susto. Los niños que se despiertan solos pueden estar muy asustados, y puede ser difícil para los padres calmarlos. Puede ser que no se quieran volver a dormir.
Algunos niños tienen pesadillas mas seguido que otros. Un niño puede tener pesadillas solo pocas veces por año, y otro puede tenerlas mas seguido. En la mayoría de los casos los padres no se deben preocupar por la frecuencia de las pesadillas. Estas a menudo suceden en facetas, en las cuales los niños tienen una pesadilla cada noche de la semana, y después ninguna por semanas o meses.
Qué Hacer…
A continuación te ofreceré algunas cosas que los padres pueden hacer para calmar a sus niños cuando tienen pesadillas.
*Trate de prevenirlas. Los padres deben supervisar si los niños miran programas de terror o violentos en la televisión, especialmente cerca de la hora de irse a dormir. No es aconsejable dejar que los niños vean películas de terror ni tengan juegos de nintendo, donde haya mucha violencia, esto puede producir sueños agitados y pesadillas en los niños.
*Esté preparado. Las pesadillas no se pueden evitar en los niños. Es una buena idea para los padres planear para cuando ocurran. Ellos deben asegurarse de poder oír a sus hijos si lloran durante la noche. Si los cuartos de padres e hijos están en diferentes partes de la casa, un interfono sería de gran ayuda. Los padres deben asegurarse de que cualquier niñera que se quede con los niños pueda consolarlos si despiertan por una pesadilla.
*Atienda a sus hijos. Los padres deben atender a sus hijos lo más pronto posible. Los niños necesitan a sus padres para consuelo y ayuda.
*Permanezca con sus hijos. Aunque corra el riesgo de perder el sueño, es importante que los padres se queden con sus hijos hasta que se hayan calmado. Los padres deben quedarse con sus hijos, si parece que ellos se lo piden, hasta que se vuelvan a dormir. Algunas veces una actividad quieta como leer un libro ayuda a los niños a volverse a dormir.
Tranquilice a sus hijos. Los padres deben asegurarse de que sus hijos sepan que estarán protegidos. Deben hablarles a sus hijos con voz calmada y confortante. Deben hacer saber a sus hijos que se quedarán con ellos si así lo quieren. También deben decirles que está bien volverse a dormir.
*Mantenga la calma. Puede ser muy desconcertante para los padres el ser despertado súbitamente por los gritos y el llanto de sus hijos. Pero, si los padres están molestos, no importa cuán calmados traten de actuar, sus niños lo notarán. Puede ser que ellos se agiten más por la tensión de los padres. Los padres deben tratar de permanecer calmados para poder ayudar a sus hijos.
*Platique acerca de la pesadilla. Si los niños tienen la edad suficiente para hablar, los padres deben apoyarlos para que puedan platicar de su pesadilla. Muchos niños se acuerdan al día siguiente de sus pesadillas, así que se puede platicar sobre esto en la mañana después del mal sueño. Los padres deben apoyar a sus hijos para que piensen y discutan maneras de sobreponerse a las cosas que en el sueño los asustaron. Deben ayudarlos a que inventen un final feliz para el sueño. También deben respetar los deseos de sus hijos, si es que ellos no quieren discutir la pesadilla.

 Qué NO Hacer…
*No los despierte. Si los niños lloran pero están todavía dormidos cuando sus padres van a su cuarto, no es necesario despertarlos. Solo que los niños se vean demasiado agitados, es posible que la pesadilla pasará y los niños se volverán a dormir. Los padres deben quedarse con sus hijos hasta que despierten o se vuelvan a dormir en paz.
*No permita que sus hijos duerman con usted. No es buena idea que los padres se suban a la cama de sus hijos o que permitan que sus hijos se suban a la cama de ellos después de un mal sueño. Esto puede dar a los niños la impresión de que deben temer a sus propias camas. Esto también se puede convertir en un hábito difícil de romper.
*No les diga a sus hijos que las pesadillas no son reales. No es ayuda decirles a los niños que las pesadillas no son reales, o que fue "solo un sueño." A los niños, la pesadilla parece my real y los asustó mucho. En lugar de esto los padres pueden explicarles a sus hijos lo que es un sueño y que toda la gente los tiene.
Las pesadillas son una parte normal de la vida de casi todos los niños. Lo mejor que los padres pueden hacer para ayudar a sus hijos a sobreponerse a las pesadillas es buscar la manera de calmarlos y apoyarlos.
¿Cómo ayudarlos?
En todos los casos, la actitud de los adultos será la clave para que puedan relajarse y aprender a dormir sin tanto miedo. Hay que evitar desvalorizarlos o retarlos y recordar que las órdenes no quitan el miedo. En cambio, dialogar al respecto, indagar e intentar descubrir qué le pasa al niño es una medida apropiada y que ayudará a que, paulatinamente, aprenda a dormir solo y tranquilo. En este sentido, el afecto y el apoyo del adulto es muy importante para lograr el cambio.
Consejos:
1. Dormir con luz
Dejar una luz encendida se convierte en la salvación de muchos padres que, cansados y algo desesperados, ya no saben cómo convencer al niño para que permanezca en su cama sin temores. En realidad, dejar una luz tenue no es ni bueno ni malo: es sólo un recurso más que puede ser efectivo mientras se está investigando qué cosas le están pasando al niño. Lo importante es acompañarlo y demostrarle mucho amor, ayudarlo a que pueda expresar lo que le pasa y darle tiempo. Así, gradualmente, el niño irá ganando confianza y seguridad en sí mismo.
2. Chequear el ambiente
Existen pequeñas acciones que podemos tener en cuenta al preparar el cuarto de dormir. Se trata de revisar ciertos aspectos no sólo de la decoración del ambiente sino también de la manera en que el niño se acuesta. En ocasiones, los objetos que cuelgan de las paredes forman sombras que asustan a los niños. En esos casos, lo mejor es retirarlas por la noche o colocarlas definitivamente en otro lugar por un tiempo. Muchos niños se asustan cuando creen posible la presencia de “alguien” detrás del armario, debajo de la cama o tras la cortina. En realidad, el acto de encender la luz inmediatamente y chequear junto al niño que todo se encuentra en orden, es una medida tranquilizadora.
3. Cuidar las emociones
El entorno emocional que se genera alrededor del niño al momento de descansar es muy importante: la prisa por que se duerma, el fastidio de los adultos frente al cansancio del día y las peleas familiares a la hora de cenar o antes de acostarse repercuten en la manera en que el niño se predispone a dormir. Además, el quedarse solos, lejos de la mirada de mamá o papá les genera inseguridad, especialmente si son pequeños. En estos casos, abrazar a un osito u otro peluche suele ayudarlos a sentirse acompañados y protegidos.

4. La fuerza de las rutinas
Asimismo, rutinas como el infaltable beso de las buenas noches, la entonación de una suave canción de cuna o la lectura de un cuento agradable predisponen al niño para dormir mejor. Del mismo modo, que se encuentren cómodos y con el abrigo justo también ayudará a que no despierten por causa del frío o del calor. Recordemos que es importante evitar los entredichos o las discusiones antes de dormir y favorecer un clima de tranquilidad y seguridad que coopere con el buen descanso y disipe los miedos.
Los cuentos: ¿son útiles o no?
  • La lectura de cuentos suele ser un infaltable antes de dormir: desde los cuentos clásicos y las fábulas hasta las modernas y ágiles lecturas de hoy, los libros despiden el día y preparan al niño para el descanso.
  • Esta opción, que a los chicos habitualmente encanta, necesita ciertos recaudos. Si el momento de dormir es problemático y el miedo nocturno es una constante, la elección de la lectura ayudará a aumentar o disminuir esa tendencia.
  • Es aconsejable que los cuentos no tengan como protagonistas a personajes grotescos y que las historias ayuden a conciliar un sueño tranquilo, sin sobresaltos.
  • Además, buscar historias didácticas donde el miedo a la oscuridad o a las tormentas se trate educativamente también puede ayudar, especialmente si se leen en otro momento del día.
  • A veces a los chicos les es difícil poner en palabras lo que les sucede. En este sentido, el inventar el comienzo de un cuento y dejar que el niño complete el resto de la historia es una actividad que dispara la creatividad y libera las emociones de manera natural. Así, se ayuda al niño a hablar sobre aquello que lo preocupa sin caer en un diálogo difícil y muchas veces forzado.
Sin embargo, si los padres están preocupados por las pesadillas de sus niños, especialmente si los niños tienen otros problemas, es mejor consultar al doctor.
Como Padre y como Pastor le recomiendo, que siempre ore con su hijo y que él lo haga con usted, y dígale que el Angel del Señor lo va a estar acompañando, eso lo hará dormir mas confiado y de seguro ningún espíritu perturbador molestará a su hijo o hija mientras duerme. Cúbralo con la sangre de Cristo. Amen.


Los Niños Que Muerden




Los Niños Que Muerden
En la primera infancia, el hecho de morder no es diferente de otras formas de agresión. Un mordisco ocasional puede ser algo pasajero y sin importancia. Es probable que algunos niños pequeños, que todavía no disponen de un lenguaje suficientemente rico, utilicen su cuerpo para expresarse. Si respondes rápidamente al primer intento, con claridad y con amabilidad, no habrá una segunda vez. Si tu hijo o hija repite un mordisco, puede ser por dos cosas: que tus respuestas no han sido lo suficientemente claras PARA ELLOS, o que la razón por la que ha empezado a morder no se ha resuelto.
Los niños muerden mucho más cuando están al cuidado de otra persona, en grupo o en jardines de infancia que cuando están siempre al cuidado de sus padres. No obstante, los niños atendidos en casa también pueden morder, aunque en un grado menor.
Un niño siempre persigue sus necesidades de forma inocente. Cualquier cosa que haga tiene una razón válida, un propósito específico. Puede ser que tenga hambre, que esté descubriendo los conceptos de causa y efecto, que le estén saliendo los dientes, que esté imitando a otro niño, o que se sienta frustrado. También puede que sufra alguna reacción al gluten, los productos lácteos, la soja, el azúcar, los aditivos alimentarios u otros alérgenos. Si tu hijo o hija muerde excesivamente o tiene algún otro comportamiento agresivo, pide que comprueben si tiene algún tipo de alergia, mediante un análisis del cabello o
una evaluación muscular, y reflexiona sobre si su día a día puede resultarle demasiado frustrante.
Cuando un niño muerde de forma ocasional
Más que centrarte en el hecho de morder en sí, céntrate en las causas subyacentes por las que el niño o la niña ha necesitado morder. No me refiero a lo que quiere en ese momento (una golosina, un juguete), sino a la razón profunda que le lleva a expresarse mordiendo. Piensa si puede deberse a un sentimiento de frustración, soledad, celos, impotencia, o una necesidad de más afecto y autonomía. Atiende las causas subyacentes y el síntoma desaparecerá. Gritar, amenazar o castigar al niño no va a ayudar, ya que son respuestas que no se dirigen a la causa real, el niño se sentirá peor y morderá más.
A veces, un niño llega a morder después de ver que los adultos toleramos algunas agresiones al cuerpo o al entorno. Simplemente participa de lo que está observando. Fíjate en cómo te tratas a ti mismo y muestra un respeto total hacia tu propio cuerpo y hacia el cuerpo de tu hijo o hija.
La necesidad de morder, a menudo, es el resultado de sentirse demasiado limitado. Esperar que el niño se contenga a sí mismo (esté tranquilo, acate nuestras propias necesidades o sea educado) puede llevar a un sentimiento de rabia y de impotencia. Aunque tenga los padres más atentos y sensibles del mundo, cualquier niño tiene muchas oportunidades para sentirse impotente y frustrado. Un grito en respuesta a su mordisco puede satisfacer su necesidad de sentirse poderoso: “Ese grito lo he provocado yo”
¿Por qué los niños muerden?
Los bebés emplean su boca para explorar, aprender y también para relacionarse. Es una de las partes de su cuerpo que se encuentran más desarrollada. En ocasiones con la dentición necesitan calmar sus encías con lo cual muchas veces muerden porque carecen de autodominio y actúan impulsivamente.
En el caso de niños de 1 a 3 años las razones son diferentes. A esta edad comienzan a socializar, a relacionarse con sus coetáneos, pero aún no poseen un lenguaje ni tienen las habilidades suficientes para comunicarse. Morder es una manera de conseguir un juguete o llamar la atención. También lo hacen cuando están nerviosos o se sienten frustrados: ante situaciones nuevas, la llegada de un hermanito, el ingreso al jardín de infancia… Otros niños sencillamente muerden por imitación.
En edad preescolar la conducta de morder suele desaparecer. A estas edades los niños ya comienzan a tener habilidades de comunicación que permiten la convivencia con sus compañeros. Un niño que muerde frecuentemente en esta etapa puede estar presentando problemas emocionales.
Morder es una conducta muy común en los niños menores. Las razones por las que los niños muerden a otros varían de niño a niño.
Es algo natural que los niños de alrededor de un año de edad muerdan a sus padres o a cualquier otra persona que esté al alcance. En la mayoría de los casos, los niños de esta edad muerden para aliviar la presión que sienten en las encías debido a la dentición. Las mordeduras que no son causadas por la dentición pueden convertirse en un problema en los niños de 18 a 30 meses de edad. Los niños de esta edad no están conscientes del dolor que las mordeduras causan a otros niños y adultos.
Aunque es común que los niños muerdan cuando están jugando, este comportamiento necesita atención inmediata. Las mordidas, además de ser dolorosas, pueden causar peleas entre compañeros de juego. Los niños que muerden también corren el riesgo de ser aislados por sus compañeros.
Los niños pequeños a menudo muerden como consecuencia de la frustración, el coraje, o la agitación. Así que es importante que los padres y las personas que cuidan a los niños estén alerta a las situaciones que resultan en mordidas. Esto ayudará a los padres a entender qué causa este comportamiento.

¿Qué Se Puede Hacer?
El problema de las mordidas no es algo que uno tiene que soportar hasta que los niños crezcan o "aprendan mejor". Hay muchas medidas a tomar para prevenir y resolver el problema de morder.
 Prevención
Prevenir los mordiscos
Es poco probable que un niño que se siente conectado, amado, autónomo y en paz llegue a morder. No necesita hacerlo. Por eso, el primer paso hacia la prevención es respetar la guía interior de tu hijo o hija, evitar depositar sobre él o ella expectativas inadecuadas y restricciones excesivas, y permanecer unidos y conectados. Puede que tengáis que evitar exponerle al juego con otros niños de la misma edad, que a menudo es demasiado difícil para los niños pequeños. Observa si tu hijo o hija es mucho más feliz jugando con un niño mayor o contigo.
Tómate las indicaciones de tu hijo o hija muy en serio. Ellos dependen de tus cuidados. Si muerde para llamar tu atención, es porque necesita más atención de la que está dando. Es una necesidad válida y real. Si están frustrados, piensa en la posibilidad de reducir la cantidad de estímulos que recibe y proporciónale juegos e interacciones adecuados para su capacidad.
Otra forma de prevenir los mordiscos es reducir el estrés y llevar un estilo de vida más tranquilo. Quédate más en casa, y dedica tiempo a tu niño o niña.
Pauta musical y Comerciales
*Ponga límites. Para prevenir el problema de las mordeduras, los padres y educadores deberían de poner límites antes de que los niños se reúnan para jugar. Las reglas deben ser simples, como tomar turnos y compartir. Los padres y educadores deben definir estas reglas consistentemente.
*Sorprenda a los niños portándose bien. Los padres y educadores deben felicitar a los niños por comportarse bien. Los elogios sirven como premio a la buena conducta. También dar reconocimiento a los niños que se portan bien en lugar que a los niños que se portan mal.
*Supervise de cerca el juego. Los padres y educadores deben poner atención a lo que sucede en el juego de los niños. Ellos deben de intervenir antes de que estén fuera de control. Organizando los períodos para jugar puede disminuir las circunstancias que causan las mordeduras.
*Ponga atención a lo que enseña. Los padres y educadores que utilizan los gritos, las nalgadas, u otro tipo de conducta agresiva como método de disciplina, corren el riesgo de enseñarles a los niños que la conducta agresiva es aceptable en ciertas ocasiones, especialmente para resolver problemas. Los adultos que golpean, gritan y/o arrojan cosas cuando están disgustados enseñan a sus hijos a ser agresivos cuando están enojados.
 Intervención
*Identifique a qué horas ocurren las mordidas. Los padres y educadores deberían de observar la hora y las circunstancias en las cuales los niños recurren a morder. Los adultos pueden usar esta información para corregir o evitar estas situaciones. Por ejemplo, si los niños muerden cada vez que juegan en un grupo numeroso, se deben tomar medidas para separar a los niños durante el juego. Si la conducta relacionada con las mordidas es persistente, se deben evitar las situaciones que causan el comportamiento. Puede ser necesario que los padres o educadores simplifiquen la hora del juego, reducir el número de niños en el grupo, o acortar la duración de los juegos.
*Utilice tiempos de descanso breves. Los padres y educadores pueden utilizar reprimendas breves, como "No muerdas. Las mordidas duelen. Ve a descansar por dos minutos." Y luego darle al niño un tiempo de descanso. A los niños que muerden y se les da tiempo de descanso, se les debe permitir que regresen al grupo, una vez que estén calmados y bajo control. Los padres y educadores deben ofrecer a los niños atención positiva, haciéndoles saber que hay mejores maneras de comunicarse y de ser reconocidos.
*Ofrezca alternativas para morder. Los padres y educadores deberían mostrarles a los niños lo que pueden hacer en lugar de morder. Por ejemplo, "En lugar de morder cuando tú te enojas, ¿porqué no te retiras del grupo?". O "En lugar de morder cuando te enojas, pídele ayuda a la maestra." En seguida se les pide a los niños que repitan las alternativas.
*Concentre su atención en el niño que ha sufrido la mordedura. Padres y educadores podrían dar juguetes o atención al niño que ha sido mordido. Si los niños muerden para atraer atención, o una reacción de los adultos, aprenderán muy pronto que hay mejores maneras de atraer atención. Si, por ejemplo, un niño muerde a otro durante una pelea por un juguete, el juguete debe de dársele al niño que ha sido mordido. Esto enseñará a niños que muerden, que morder no da buenos resultados.
Cómo ayudar a su hijo hija a dejar de morder
  • Dé a los niños suficientes juguetes. Asegúrese de que su hijo o hija tenga suficientes juguetes y actividades para evitar que haya peleas por los mismos.
  • Tenga más de un juguete “favorito”. Tenga a mano más de un juguete popular entre los niños para que los más pequeños no tengan que esperar para jugar con él.
  • Esté alerta a las situaciones en las que su hijo hija podría morder. Estén atentos a las situaciones frustrantes en las que su hijo o hija  podría perder el control. Si es necesario, disminuya el número de niños con quienes su hijo o hija juega, o acorte el tiempo de juego.
  • Use la técnica del aislamiento (time-out). Dígale a su hijo o hija que no se debe morder y llévelos a un lugar que usted haya elegido para el aislamiento durante un minuto o dos. Recuerde que los periodos largos de aislamiento no son eficaces para los niños pequeños.
  • Enséñele alternativas a morder. Enséñele a su hijo o hija a decir "no" si otro niño o niña está haciendo algo que a su hijo o hija no le gusta. Además, intente darle a su hijo hija un mordisco  si nota que podría morder a otro niño o niña.
  • Tenga a su hijo o hija a la vista. Quédese muy cerca de su hijo o hija y, si muerde, sepárelos inmediatamente de la situación. Cuando su hijo o hija esté jugando bien con otros niños, elógielos para ayudarlos a darse cuenta de que usted valora ese tipo de comportamiento. Los elogios también le ayudarán a aumentar la autoestima.
  • Sea consecuente. Explíquele que cuando muerde lastima a los demás y eso no está permitido. Todas las veces que muerda, sepárelo de los demás así le ayudará a entender que, si quiere jugar, no debe de morder.
Que NO Hacer
Nunca pegue a su hijo o hija. Es importante no usar el castigo físico como una nalgada, cachetada cuando muerda a alguien.   Los niños pequeños generalmente no asocian su comportamiento con el castigo físico, por lo tanto, esa no es una técnica eficaz de disciplina. Además, si le pega a su hijo hija, le enseñará que la violencia es una respuesta adecuada al enojo o a la frustración, y ese es exactamente el hábito que usted quiere eliminar.
El problema de morder NO deber ser ignorado, con la esperanza de que pronto desaparezca. En muchos casos, este problema no desaparece. No importa qué tan frustrados se sientan los padres tratando de eliminar esta conducta, mordiendo a los niños para enseñarles una lección NUNCA es recomendado. Si esto enseña algo a los niños es que los adultos lastiman a la gente. En muchos casos, niños muy chicos no pueden relacionar el dolor que ellos sienten cuando los muerden, y el dolor que ellos causan cuando han mordido a alguien.
 Recuerde
En la mayoría de los casos los niños que muerden lo dejan de hacer conforme mejora su habilidad de hablar. Conforme el lenguaje mejora, los niños pueden usar palabras para expresar su frustración y coraje. Esto ocurre como a los 3 años de edad. Cuando los padres se enfrentan al problema de morder con firmeza y consistencia, la mayoría de los niños entienden lo que se les dice y rápido dejan de morder.
Finalmente, una mordedura que corta la piel puede causar infección. Si la piel se corta, es importante lavar la herida con jabón y agua, y luego aplicar una vendita estéril, y asegurarla con cinta adhesiva. El doctor debería examinar la herida lo más pronto posible.
*Pida ayuda profesional si el problema persiste. Si morder se convierte en un problema continuo, aun cuando se ha tratado de intervenir, puede ser necesario buscar ayuda profesional, para encontrar las causas del problema y eliminar esta conducta.